Hola a todos.
Hace tantos días que no
escribimos y han pasado tantas cosas, que no sé bien por dónde empezar. Tal vez
lo más acertado sea hacerlo por el final. Ya hemos llegado a Roncesvalles y
hemos acabado nuestro viaje.
Estos últimos días han sido
frenéticos tanto en el ritmo de caminar, ya que devoraba los kilómetros, como
en la velocidad a la que se recogía la información.
Un bonito amanecer. |
Todos estábamos deseando terminar y las
cosas se han ido acelerando, hasta el punto que el día que menos kilómetros he
hecho han sido cuarenta y cinco. Si bien sabía que cada paso que daba restaba
distancia al camino, la morriña y el deseo de alargar este viaje me hicieron
disfrutar más de éste y no estar pendiente del GPS y del reloj, de manera que
no era hasta la llegada a mi destino cuando me percataba de la hora y los kms
recorridos.
El paisaje, las edificaciones y
las gentes han ido cambiando conforme nos acercábamos más al sur siendo más
evidente cuando llegamos al llamado País
Vasco Francés, donde la gente empezaba incluso a chapurrear español, los
carteles se leían tanto en euskera como en francés y la cercanía del Pirineo se
hacía notar.
El tiempo ha respetado salvo un
día que llovió durante toda la jornada .
Un par de veces llegué incluso a parar
debido a la virulencia del agua y el viento. Al no ser friolero ni delicado, no
saqué la ropa de lluvia y monté mi equipación normal: pantalón corto y
camiseta. Mi fiel compañero este día fue el paraguas, que me sorprendió gratamente
lo útil que es. Nunca lo usé con anterioridad a esta ocasión y fue un gran
aliado. Los pies chorreando y el cuerpo totalmente seco. Mamen estuvo todo el
día preocupada y en vista del temporal
me tenía una sorpresa guardada para el final de la jornada: un refugio
cálido y pintoresco donde pasamos la
noche. Se trataba de una roulotte decorada con mucho gusto y con todas las
comodidades de una habitación. Algo insólito pero aquí en Francia hay cierta
afición a este tipo de restauración de estos elementos. Sin duda una de las noches
más exóticas y reparadoras del viaje.
¿Cual de los dos se entiende mejor? |
Caserio vasco |
Ahí no acaba todo, el dueño de
este idílico refugio en mitad del bosque era silvicultor con una gran cultura e
innumerables facetas y habilidades,
entre ellas la de tocar el banjo con el
cual nos deleitó la cena que acompañamos
con caldo de la tierra. Otra curiosidad es que el tampón o sello que ponía
sobre las credenciales era realizado a mano, por lo que aún siendo todos
parecidos, no hay dos iguales. Sin duda un gran tipo y excepcional anfitrión. En
los días sucesivos dominaba el rey astro pero ya nada me importaba, paso a paso
desgranaba los kilómetros.
Especial fue el día de llegada a
Saint-Jean-Pied-de-Port, por lo mítico y lo real. La entrada por la anciana puerta del peregrino, abierta en esta
ciudad amurallada para dar acceso a los peregrinos venidos de toda Europa , fue
muy distinta a la que realicé hace cinco años, en la que de madrugada y con espesa niebla, cuando la ciudad dormía, me
deslicé de manera furtiva por esta ciudad amurallada y sus puentes se tendieron
al sonido solitario de mis pasos.
Nuestro anfitrión en pleno recital. |
Puerta del peregrino. |
Ya duchado y vestido de bonito
fuimos a tomar algo y pude ya con otros ojos disfrutar de esta ciudad, que
tiene sin duda en el peregrino y el turismo su eje vital. Eran continuas las oleadas de peregrinos
recién llegados por distintos medios hasta este punto de inicio del camino
Francés. La ilusión y ansiedad por partir se podían leer en sus ojos. Lo
comprendía y compartía, son esas mariposas en el estómago, ese nudo en la
garganta, esa sequedad en la boca que te produce la víspera del inicio de uno
de estos caminos.
Al día siguiente, el último y
gran día, dispusimos este plan de ruta. Mamen haría conmigo la dura ascensión
hasta el collado de Iñurreta…………, que marca la frontera con España y desde donde
se inicia el descenso hasta Roncesvalles, tierra patria. Mientras tanto, Álvaro
como otras veces, sacó a bailar a la fea. El conduciría hasta Roncesvalles y
andaría a nuestro encuentro para así hacer la bajada y hacer juntos los tres la
entrada triunfal a Roncesvalles.
Calle principal de Saint Jean Pied De Port. |
La subida fue espectacular y
multitudinaria, no en vano del orden de 400 peregrinos la realizan todos los
días. Se ve de todo, bicis, carritos, jóvenes, adultos y mayores, todos resoplando
en las rampas. Es la etapa más dura de todo el camino francés. Casi veinte
kilómetros de subida con unos 1.300 metros de desnivel positivo y casi 500
metros de dura bajada.
Lo que para algunos era el
principio para nosotros era el final, o el principio, según lo mires, por que
ahora queda un duro trabajo por realizar en casa para organizar toda la
información recogida y sacar algo de
provecho.
Abajo queda Francia. |
Con un intenso calor y cerveza en mano celebramos la llegada triunfal.
Muy emotiva para mí la entrada al nuevo y moderno hospital del
peregrino. No sé por qué razón me acerqué a un señor mayor de unos setenta años
para felicitarle el haber superado la dura jornada y le pregunté si seguiría el
camino para Santiago. Me respondió que su camino terminaba allí, que había
empezado en Ginebra. Di un salto en mi interior
y le dije que yo también. Nos chocamos las manos efusivamente, nos emocionamos y sacamos foto de rigor. ¡¡ Yo de mayor
quiero ser como tú!! Le dije muy emocionado. Nos despedimos.
Por la tarde perdimos la misa del
peregrino por una tonta equivocación y visitamos la Iglesia a la mañana
siguiente. A las ocho en punto nos abrieron las puertas y entramos. Fue ahí,
en terreno santo, donde realmente me emocioné y di rienda suelta a
todos los sentimientos y emociones acumuladas que en mí fluyeron de manera natural. En comunión con
el sacro silencio y en total recogimiento,
le ofrecí a mi abuela, de quien no pude despedirme como me hubiera
gustado, el camino que había realizado. Sé que ella, junto con los otros que se
nos fueron, nos vigilan y cuidan desde
arriba.
Quisiera agradecer a todos los
que nos habéis seguido con paciencia, el cariño y apoyo mostrado. Estos nos han
dado fuerza para continuar estos 34 días con sus noches.
Esto no es un adiós, sino un
hasta luego. Una vez llegue a casa pretendo seguir contando cosas que quedaron
en el tintero de este camino y otros pretéritos.
salu2!!!
salu2!!!